El MUSEO INCORPORA NUEVAS PIEZAS EN LAS SALAS DE EXPOSICIÓN PERMANENTE DEL EDIFICIO CASTELAO

Este pasado mes de julio se realizaron varios movimientos en diferentes salas de la exposición permanente del Edificio Castelao para ofrecer en las visitas una visión más completa de la colección.

06/08/2025

JOSÉ MONGRELL Y TORRENT. Caballos en la playa de Cullera, 1921

En la sala 7 de la tercera planta es donde más se van a notar los cambios ya que se añadieron paneles que permitieron incorporar nuevas piezas que estaban en las salas de reserva hasta ahora. Son siete pinturas de seis artistas que detallamos a continuación.

Caballos en la playa de Cullera, de José Mongrell y Torrent (1870-1937) pintor que fue discípulo, en Madrid, de Ignacio Pinazo y Joaquín Sorolla, maestros que influyeron tanto en la temática cómo en la técnica de su obra. Este cuadro procede de la antigua colección de José Fernández López, fechada en 1921, al inicio de la década en la que el pintor vio incrementada su fama. Se trata de un armónico óleo de gran formato en el que se representa una escena en la playa de Cullera, lugar en el que reside el artista desde 1906 hasta 1913 cuando se traslada a Barcelona para ocupar la cátedra de Dibujo en la Escuela de Bellas Artes de San Jorge.

La segunda cripta de El Pombo, de Alfredo Palmero de Gregorio (1901-1991). Este óleo perteneció también a la colección Fernández López, fue pintado alrededor de 1960 y reproduce el interior del salón ubicado en el sótano del antiguo Café de Pombo, en el número 4 de la calle Carretas de Madrid, donde se celebraba “La Sagrada Cripta del Pombo”, famosa tertulia literaria fundada en 1914 por Ramón Gómez de la Serna, líder de la vanguardia madrileña.

Palmero, nacido en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) frecuenta el ambiente bohemio en las tertulias de El Parnasillo, La Fontana de Oro o el Café de Pombo, donde tiene ocasión de conocer a importantes personalidades como Gómez de la Serna, Unamuno, García Lorca o Manuel de Falla.

La importancia de esta obra reside fundamentalmente en la representación de esta tertulia, presidida por el cuadro de José Gutiérrez Solana, La tertulia del café Pombo, actualmente custodiado en el Museo Reina Sofía, que decoraba este local desde 1920 hasta 1937, y que Palmero versiona y homenajea subjetivamente.

La tercera pieza es un paisaje, Pontevedra, de Marjorie Ground Weeb (1899-1989) donada por la autora en 1977.

Gabriela Teresa Marjorie Ground Weeb, aunque británica de nacimiento, estuvo vinculada a Galicia y especialmente a Pontevedra, donde residió con su esposo, Antonio Pastor de la Meden, desde inicios de la década de 1960.

Formada en su juventud en la tradición del paisajismo inglés, estuvo también muy relacionada con las vanguardias europeas en la década de los 1920. En 1929, fue la única mujer que participó en la Exposición de Pinturas y Esculturas de Españoles Residentes en París, que se celebró en el Botánico de Madrid. Esta muestra, en la que participaron nombres tan destacados como Picasso, Juan Gris, Miró, Alberto Sánchez, Benjamín Palencia, Gargallo, Hugué, Cossío o De la Serna, se ha valorado como el momento constituyente de la Escuela Española de París.

Estuvo ligada a Escuela de Vallecas, fundada por Palencia y Sánchez en 1927, a la que se uniría poco después Maruja Mallo, y junto a ella y con Margarita de Frau, Norah Borges, Ángeles Santos y Rosario de Velasco. Ground participará también en la exposición que, entre febrero y abril de 1936, celebra la Sociedad de Artistas Ibéricos en el Jeu de Paume de París. La carrera artística de Ground se vio frenada por el estallido de la guerra civil y desaparece del circuito expositivo, pero continuará pintando en la intimidad de sus domicilios de Londres, Madrid o Pontevedra, cayendo en el olvido.

Será en verano de 1977 cuando el Museo de Pontevedra organice una exposición monográfica de su obra, la primera dedicada a una mujer artista por la insitución, recuperando su figura, entre las piezas exhibidas estaba este paisaje.

Marjorie fue, además, nombrada patrona honoraria del Museo tras la muerte de su marido, cargo en el que fue muy activa y en el que permaneció desde 1972 hasta su fallecimiento en 1989.

Mujer en un interior, pintada por Gabino Rey (1928-2009) hacia 1968 es otro de los lienzos incorporados.

Gabino era hijo de Agustín Rey Fonseca, primer alcalde republicano de Marín, hecho que obligó a la familia a huir a Barcelona en 1939. Allí manifiesta desde muy joven su habilidad para el dibujo y la pintura y, en 1940, comenzó su formación en el taller de Ramón Rogen. En 1943, con 14 años, obtiene el primer premio en el Salón de la Juventud de las Galerías Dalmau.

Continuador de la tradición de la pintura realista y adscrito a un posimpresionismo, de factura muy suelta, la obra de Gabino Rey se fundamenta en el intenso y cálido colorido y en la luz que es el elemento con el se construye la realidad. Cultivó la figura, el interior, la naturaleza muerta y el paisaje, y es también un excelente retratista, siguiendo la vena lírica e intimista propia de la escuela catalana.

Una figura que ejemplifica la enorme herida que supuso la guerra civil es la del hoy olvidado Celestino Poza Pastrana (1903-1971), artista muy representativo del represivo exilio interior vivido por los que no pudieron huir al final de la contienda, peor muchas veces que lo que padecieron los exiliados en el exterior, del que son ejemplos, dentro de la misma sala, Antonio Quirós o Ramón Gaya.

Este médico pontevedrés hizo la carrera en Madrid, interno en la Residencia de Estudiantes, donde hizo amistades como Federico García Lorca, Dalí, Gabriel Celaya, Severo Ochoa, Jesús Bal y Gay, entre otros. Había iniciado también una prometedora carrera artística que quedaría truncada por el conflicto bélico. Estuvo preso en la isla de San Simón con su padre, mientras su hermano y sus cuñados fueron fusilados. Al finalizar la guerra ejerció la medicina en la Moureira, atendiendo a pobres y, poniéndose en riesgo, a huidos y escondidos de la justicia, ya que no consiguió recuperar su plaza de cirujano en el Hospital Provincial hasta 1951.

Retomó la pintura en los años 60, con obras que muestran sus terribles experiencias, con una modestia elogiada por Vázquez Díaz, Laxeiro y Colmeiro, y de la que es buen ejemplo La familia del pintor, cuadro pintado en 1962, en el que aparecen representadas sus dos esposas, Aurelia Couto Mallén (fallecida en 1938) e Isolina Méndez Rodríguez con todos los hijos fruto de ambos dos matrimonios, que ahora se puede contemplar en esta sala, gracias a donación de sus nietas Amelia y Margarita Poza Domínguez.

Completan las nuevas incorporaciones en esta sala dos óleos de la pintora Gloria Merino Martínez (1930), nacida en Jaén pero residente en Malagón (Ciudad Real), Confidencia y Frío, pintadas en 1960, en las que con un estilo muy personal inscrito en el realismo expresionista fusiona técnicas académicas, influencias cubistas y una paleta próxima al fauvismo. En ellas están presentes los temas preferidos de Merino, en los que siempre el ser humano ocupa el centro: los niños, en el primer caso, y las escenas rurales del campo manchego, en el segundo, con un cuadro que ejemplifica su capacidad para captar la esencia de la gente del campo que, con una expresión entre el desencanto y la esperanza, realizan sus tareas.

Gloria Merino creció en un ámbito familiar amante de la música, el teatro y el arte, desde niña destacó por su talento para el dibujo. A lo largo de su trayectoria recibió bolsas de estudios que le permitieron viajar por diversos países y ampliar estudios artísticos dentro y fuera de España. Es miembro de L’Union des Femmes Peintres et Sculpteurs de Paris desde 1963 y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde 1985. Brilló también en el ámbito de la música clásica como soprano.

Además de estos cambios en el tercer piso, se incorporaron también, en la sala 4 de la segunda planta, dos acuarelas de Francisco Pradilla (1848-1921), uno de los exponentes más destacados del arte español del siglo XIX, adquiridas en julio de 2024. Estas vienen a unirse a las más de sesenta obras de singular importancia que ya custodiaba el Museo de este autor.

Escena de mercado y Un día de mercado en Noia. Galicia, firmadas por el autor en 1872 y 1873 respectivamente, fueron hechas durante sus viajes estivales a Galicia, posiblemente tomadas del natural, con una pincelada suelta, ágil y cargada de color, muestran su habilidad con esta técnica que Pradilla aprendió, entre 1869 y 1873, en la Agrupación de Acuarelistas de España, puesta en marcha por José Casado del Alisal y donde será discípulo de Eduardo Rosales.

Para finalizar la enumeración, damos cuenta también de la incorporación, en la sala 7 de la primera planta, del soberbio Retrato de Joaquina Porto Ximeno, pintado en 1857 por Dionisio Fierros (1827-1894), donde representa a una mujer burguesa madura. Sobresale el detallismo en la descripción de los objetos a través de un dibujo muy cuidado y el interés naturalista por plasmar con gran rigor las carnaciones, las diferentes calidades táctiles de las telas y encajes, y el brillo metálico de las joyas. Es un excelente ejemplo de la primera estancia del pintor asturiano en Santiago de Compostela (1855-1858) donde muestra la evolución de la influencia de su maestro Federico de Madrazo.

Fue donado al Museo a finales de 2023 por Isabel Martínez Orense y Arenzana, descendiente de la retratada.

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